Tu abuela Carmen (mi mamá) ya venia sospechando de tu existencia... (ese instinto de madre que todo lo sabe). Mi fiebre que no bajaba, los remedios tan "poco efectivos" que me daban, etc. Hasta que una tarde, fui a verla a su casa... y hablando de la nieta de Roberto (tu abuelo postizo) que ya estaba por nacer, le conté que sus dudas no eran erróneas, le mostré la ecografía y le conté todo lo que hasta ese día había venido pasándonos.
Fue un gran alivio que ella lo supiera, para mi desde ese momento, hasta hoy, fue y es la única mujer en cual encuentro todo la contención necesaria en esos momentos en donde los miedos intentan manejar mi persona. Por supuesto que me dio su apoyo, no se si había algo que ella deseara más que ser abuela... No te imaginas lo babosa que se la veía por los bebés que la rodeaban, hijos de vecinas o de sus sobrinas (mis primas). Creo que sentir y vivir todo aquello que Roberto le contaba de su futura nietita, es algo que necesitaba.
Esa tarde cuando volví a casa de tu papá, tuvimos una larga charla con él... Quizás sin querer, por miedo, por negación, por no saber "que decir" o por lo que fuese, yo sentía que veníamos evadiendo "el tema" los dos y necesite que eso se terminara... Yo seguía con mis inseguridades a flor de piel, por el futuro que nos depararía a los tres. Así fue que el me dijo algo que yo necesitaba escuchar, cuando me confeso de que el siempre estuvo seguro de querer que vinieras a este mundo, que sus miedos eran por mi, por mi edad, por mi desconfianza hacia él y hasta inclusive hacia mi... Hablando y aclarando como en realidad eran las cosas, fue que nos tranquilizamos y concordamos en seguir... y juntos!.
Pasaba el tiempo, eran los últimos días de Septiembre, y ya las nauseas eran una constante de cada día... Pero una de esas mañanas algo más paso... tuve una pequeña perdida, y el miedo a que te hubiese pasado algo fue terrible. Me acuerdo que salí llorando desesperada del baño a fijarme en internet que podía llegar a ser, y leer las cosas que leí me horrorizo más!
Fui a la guardia, y la doctora que me vio me dijo que todo estaba bien, que seguramente había sido un mal esfuerzo. Que solo debía cuidarme más. Me diagnostico reposo por unos días, y me pidió los primeros análisis para ver que todo lo demás del embarazo estuviese en orden.
Ya era hora de eligiéramos un doctor que siga tu desarrollo... Sabía de una amiga que había tenido a su gorda en el Allende, y que estaba muy conforme con su obstetra, así que sin dudar le pregunte quien era, y pedí el primer turno con quien empezo a controlar nuestra salud desde aquel momento: El Dr Ariel Bertoldi.
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